sábado, 29 de septiembre de 2007

Itziar Lozano, una feminista de “hueso colorado”


por Norma Vázquez

Itziar, Iciar, It-sar, Ichtar, Aisat… eran algunas de las voces en que sonaba su nombre vasco con el deje mexicano de las mujeres que siempre la rodearon. Mujer menuda y de sonrisa permanente voló pronto de su barrio getxotarra de Las Arenas para, allá por los años 60, cruzar el Atlántico. Tras su período norteamericano de estudios donde decidió llamarse Karen porque, como decía entre risas, “esos gringos ni se imaginaban cómo se podía pronunciar mi nombre”, fue uno tiempito a México. Se quedó el resto de su vida, hasta el 24 de septiembre en que su cuerpo se agotó entre la lucha contra el cáncer y sus inmensas ganas de vivir.

Vasco-mexicana como era, la nacionalidad era apenas un rasgo, no el principal. Su primera definición fue la de feminista. Incansable, pionera, maestra. Posiblemente no haya grupo feminista que en México y Centroamérica no sepa quién es ella, no recuerde su inconfundible acento mestizo enfundado en un tono suave y cadencioso, a veces imperceptible. Viajera incansable, tenía una inmensa pasión por escuchar. Era toda ella una gran oreja, siempre dispuesta, demasiado dispuesta quizá. Llevó a la Ciudad de México su saber y convicciones, una de ellas la distinguió de entre el reducido grupo de feministas de los años 70. Estaba convencida que el feminismo no debería ser exclusivo de una élite, que era posible y necesario que las mujeres más pobres se reconocieran en sus propuestas. Porque para ella, a las mujeres había que verlas más allá de la carencia y descubrir su fuerza, su rebeldía allá donde se pusiera.

Peleó por años por su idea, organizó encuentros, impartió miles de charlas, talleres, cursos, dio un nuevo empuje a CIDHAL, el centro para mujeres más antiguo de América Latina que allá por 1969 creara otra mujer de alas grandes: Betsy Hollands, cobijó iniciativas, redes nacionales y latinoamericanas… y hasta tuvo su período de funcionaria en el Instituto de la Mujer de la Ciudad de México.

Dejó su estela entre las feministas mexicanas, con su andar deprisa y su despiste permanente. Con una voluntad a prueba de resistencias, dándole vueltas al cansancio de las más jóvenes. Y cuando ya no quedaba nadie despierta para escucharle uno más de sus múltiples proyectos, cuando detectaba que sus interlocutoras no podían digerir una palabra más, podía sacar su armónica y convertir sus ideas en un dulce sonido, con canciones que se quedaban a la mitad porque nunca le alcanzaba el tiempo para aprenderlas todas, salvo “Las mañanitas” que tocaba siempre que se prestaba la ocasión.

Hubo un tiempo en que se planteó la vuelta a Las Arenas pero al final nunca se decidía. Cuando la enfermedad la alcanzó tomó la decisión definitiva. Por más de 40 años había creado su casa en la Ciudad de México, en las últimas dos décadas en el barrio de La Condesa, dejando entrar por la ventana de su despacho el olor dulce de la pastelería La Gran Vía y a uno pasos del parque España, ese que se construyó para recordar a los refugiados de la guerra civil. Decidió morir allí rodeada del cariño de Isabel, de sus amigas, de sus hermanas, de sus sobrinas... Demasiada vida para comprimirla en unos párrafos, demasiados recuerdos… sólo queda repetir el saludo que usaba cuando venía por estas tierras: “Agur manita, hasta la siguiente, allá, acá, o vaya usté a saber donde”.

lunes, 24 de septiembre de 2007

“Inmenso, diverso y variado compromiso”

Itziar Lozano, una feminista con el alma suelta, murió hoy

Por Carolina Velásquez

México DF, 24 sep 07 (CIMAC).- Meses antes de su muerte, ocurrida hoy, Itziar Lozano, incansable feminista, recibió un conmovedor homenaje en Cuernavaca, Morelos, donde decenas de mujeres reconocieron su trabajo a favor de las mujeres y celebraron el 37 aniversario de Comunicación, Intercambio y Desarrollo Humano en América Latina (CIDHAL), organización de la que ella formó parte de 1977 a 1992.

Era el 6 de diciembre de 2006 y esta es la crónica de aquel encuentro, el último en el que Itziar convivió con sus compañeras, sus amigas, con las mujeres que trabajan por los derechos humanos de todas las demás mujeres:

"Con un homenaje al amplio “territorio” recorrido en México y América Latina por la feminista Itziar Lozano, española avecindada en nuestro país, y la presentación del libro Género en el Desarrollo, la asociación civil en pro de la equidad de género CIDHAL (Comunicación, Intercambio y Desarrollo Humano en América Latina) celebró aquí su 37 aniversario.

Un evento cálido y emotivo, donde las integrantes de instituciones y ONG del Diplomado Liderazgo y Desarrollo de Habilidades Directivas impartido por CIDHAL recibieron su diploma final, enmarcó la distinción a Itziar Lozano, quien formó parte de esta organización durante quince años, de 1977 a 1992.

Como la vida de una águila, que vuela alto desplegando sus alas, definió Luisa Rivera Izábal –integrante de la asamblea de socias de CIDHAL-- en esta celebración la trayectoria de Itziar Lozano, en su “inmenso, diverso y variado trabajo y compromiso” con un eje central: el apoyo, promoción, asesoría, investigación, capacitación y desarrollo de las mujeres.

Labor que ahora realiza desde otro espacio con apoyo terapéutico, desde su experiencia clínica y como terapeuta Gestalt, a jóvenes estudiantes de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, en el Distrito Federal (DF).

EL GÉNERO EN LA VISIÓN DE DESARROLLO EN AL

Como profesional de la psicología y desde las trincheras de CIDHAL, asociación civil creada por la periodista y activista belga Betsie Hollants en noviembre de 1969, Itziar Lozano formó con mujeres grupos de crecimiento y salud mental.

Dice Itziar al respecto, “yo estaba dando clases de Psicología en la UNAM y… me dijeron que Betsie Hollants trabajaba con mujeres en Cuernavaca y fui a visitarla. Me invitó a trabajar. Yo daba atención psicológica para mujeres y también trabajábamos en una colonia dando cursos sobre sexualidad, control natal, nutrición y organización”.

Eran los años setenta y en México había una gran participación social cuando con un enfoque feminista CIDHAL buscó visibilizar a las mujeres. Desde ahí Itziar elaboró propuestas de organización comunitaria para la equidad de género y participó en la capacitación de las mujeres en liderazgo, salud reproductiva y ciudadanía.

Una de sus actividades pioneras, destacó en la celebración Luisa Rivera, fue el trabajo con las agencias internacionales de cooperación al desarrollo para que incorporaran la perspectiva de género en sus políticas de financiamiento.

Con el objetivo de lograr que estas agencias, sobre todo europeas, definieran el género como un tema o eje central en su visión de desarrollo en América Latina, Itziar fue en la década de los 80 la promotora de tres encuentros feministas latinoamericanos.

De esa etapa, reseñó Rivera, esta feminista de “grandes alas” recorrió las tierras del Caribe, Centro y Sudamérica, con su saber y experiencia. Al dejar CIDHAL, en 1992 sus pasos la llevaron a Cuba, Guatemala, Nicaragua, Paraguay. Y durante 1996 y 1997 trabajó para la Comisión Europea, con la responsabilidad de coordinar con los gobiernos de Costa Rica, Honduras y Nicaragua la fase de inicio de un Programa para mujeres adolescentes.

También fue responsable de “asegurar la coordinación entre las instituciones públicas y privadas en cada uno de los tres países, programar actividades regionales de investigación sobre la adolescencia y, finalmente, establecer los mecanismos de seguimiento y evaluación”, señala.

Antes, en 1983, unas religiosas que trabajaban en la colonia Guerrero, un barrio popular de la ciudad de México, solicitaron el apoyo de CIDHAL. Con las amas de casa de esta zona, Itziar trabajó alrededor de temas como identidad, sexualidad y trabajo doméstico.

Las mujeres trabajadoras, un tema que aún no tomaba el feminismo en México, tuvo un lugar en la atención de Itziar, señaló Rivera “mucho antes que ningún grupo se animara a trabajar con ellas”, así que promovió realizar el 1er Encuentro Nacional de Mujeres, a finales de los 80 en el DF, donde participaron más de mil mujeres: empleadas, obreras, indígenas, trabajadoras domésticas que revisaron temas como el trabajo doméstico y su participación política.

El evento, que abrió nuevas perspectivas al feminismo en México, sentó las bases para la participación de feministas en el terremoto de 1985, cuando a partir del apoyo a las costureras del centro de la Ciudad de México surgió Mujeres en Acción Sindical (MAS) donde estuvieron Patricia Mercado, ex candidata a la presidencia de la República en 2006, y Elena Tapia, ex delegada en Iztacalco en el DF.

En otras trincheras posteriores detuvo su paso: en instancias gubernamentales del DF, Chiapas, Michoacán, la Universidad Autónoma de Chiapas y su colaboración en Convergencia de Organismos Civiles por la Democracia, Milenio Feminista y Ciudadanas en Movimiento por la Democracia.

HACIENDO RONCHA

Desde CIDHAL, Itziar Lozano inició en México un trabajo multiplicador: la capacitación de mujeres promotoras en sexualidad, ciudadanía y organización.

Acerca de la importancia de la participación de las mujeres en grupos, habla en el folleto de su autoría Haciendo roncha: las mujeres y la constitución de grupos (1990).

Algo a tomar en cuenta en un grupo, considera, es partir de la idea de que las mujeres hemos vivido de manera aislada y con carencias de muchos tipos, especialmente afectivas, con un nivel de comunicación cuya referencia ha sido siempre la familia y, sobre todo, el hombre. Y señala, “las mujeres llegamos a los grupos a pesar de nuestros problemas, en general buscando algo para la familia, pero en el fondo esperando también recibir algo para nosotras mismas”.

Por considerar, desde el feminismo, que sin importar la edad cada mujer posee una experiencia de vida, personal y profunda, el objetivo central de trabajar “haciendo roncha”, dice Itziar, es “lograr que en el grupo cada mujer logre valorar no solamente su experiencia personal (lo que tú viviste, lo viviste tú y nadie puede decir que no es cierto) sino también la de las demás”.

En ese momento, agrega, surgen conjuntamente la identificación y el compromiso con el descubrimiento de que los problemas son sociales, y no solamente individuales, lo cual “va conduciendo así mismo a la valoración de la capacidad transformadora de las mujeres”.

En esta experiencia de agruparse --de hacer roncha a favor de nosotras mismas y de las y los que nos rodean-- lo más importante es el proceso, aclara. Para Itziar, no hay proceso ideal, no hay grupo sin complicaciones, sin embargo sirve conocer algunas de las dinámicas posibles, no para evitarlas sino para entender cuándo estamos metidas en ellas.

Al respecto y a modo de conclusión comenta:

“Cuando alcancemos a reconocer que estamos frustradas, atemorizadas o con coraje, podemos mirar a nuestro entorno y al interior de nosotras mismas para empezar a entender lo que está ocurriendo. Ningún sentimiento es demasiado infantil, o vergonzoso, o ‘anormal’. En la vida de un grupo todo puede surgir: lo grande y maravilloso, lo mezquino y lo chiquito. De todo ello aprendemos sobre nosotras mismas y sobre las demás mujeres. Y de eso se trata, finalmente…”.

LA VALENTÍA DE SABER RECONOCERNOS

Desde esta capacidad, su capacidad experimentada, de reconocer a la otra, al otro, Itziar Lozano recibió con sus alas abiertas de águila el sencillo y afectuoso homenaje que le brindó CIDHAL, cobijada por la presencia de otras mujeres y hombres que como ella buscan nuevas posibilidades de vida.

Desde CIDHAL y el feminismo y con una ética de reconocer a la otra, “con el alma suelta muchas mujeres estuvieron dispuestas a vagar por diferentes sitios y lugares”, comentó Itziar en una breve reflexión de agradecimiento a la celebración.

¿Cómo nos fortalecimos a lo largo del tiempo?, preguntó a la concurrencia. Sin esperar respuesta, señaló con voz pausada

“Crecimos con las mujeres populares. Pensábamos que si la propuesta feminista no funcionaba con ellas entonces no servía. Decíamos ‘el día que se muevan no habrá poder que las detenga’. Nuestro trabajo lo marcó la autonomía. El desarrollo de tener la valentía para encontrar cosas distintas, la autonomía para vivir, porque las mujeres para poder decir cosas necesitamos valentía”.

Así se tejió una alianza que prevalece en 2006, donde el feminismo y la vida de miles de mujeres –“en un diálogo sobre su vida, su existencia y las preguntas que nos hacemos de ella”—fueron una sola cosa, reconociéndose unas mujeres a otras, una virtud que a decir de Itziar Lozano descubrió en el trabajo feminista y que le permitió desde esta reflexión “poder aceptar lo que me gusta y el reconocimiento que CIDHAL hoy me hace”.

fuente: http://www.cimacnoticias.com
Itziar Lozano Urbieta

Feminista, amiga entrañable, compañera incansable de todas las luchas por los derechos y de la vida, maestra de muchas de nosotras y muchos de nosotros, quien nos enseñó andar, y a andar bien en pensamiento y en alma para que exista la justicia, la equidad, la inclusión y el respeto a la diferencia.

Hacedora de vida, tejedora de esperanzas sigue tu hermoso camino, que acá estamos las afortunadas y afortunados que pudimos compartir tu luminosa vida.